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lunes, 1 de octubre de 2012

Ciencia ficción melodrama

Las reservas que se han expresado a propósito de Los juegos del hambre (The Hunger Games, EUA, 2012), de Gary Ross, tienen que ver en principio con lo que se interpreta como una incoherencia de su historia. Estamos ante una película de ciencia ficción que denuncia la brutalidad de un gobierno degenerado que obliga a sus jóvenes a pelear en una batalla campal hasta la muerte, todo ello incorporado en un programa de telerrelidad (un reality show) llamado precisamente Los juegos del hambre.
Participan en el programa los infortunados elegidos de un sorteo, niños y adolescentes obligados a luchar por su vida en un juego que, aunque se señala como sangriento, al final es mostrado ante el espectador en su versión más aséptica. Casi no hay sangre y las escenas violentas no son explícitas, lo que ha sido interpretado como una concesión a las exigencias de la censura. Escenas de acción más gráficas habrían alejado de las salas a los jóvenes que han hecho de la novela de Suzanne Collins, que inspira la película, un éxito de librería. Así lo explica el crítico mexicano Leonardo García Tsao (ver “El futuro es una vieja historia”, La Jornada, 30 de marzo de 2012).
Otros críticos de la cinta prefieren basarse en la superficialidad de su planteamiento, en la intrascendencia de las situaciones y, en suma, la poca densidad de las ideas. Los juegos del hambre, en su versión cinematográfica, no tiene la profundidad que sus premisas exigirían. Lo dice el español Jordi Costa (“Famélica ficción”, El País, 19 de abril de 2012).
La novela de Collins, publicada apenas en 2008, es la primera parte de una trilogía centrada en un personaje, la heroína de 16 años Katniss Everdeen. Y aquí queremos resaltar lo que consideramos el primer acierto de la película: la asignación de ese rol a la actriz Jennifer Lawrence.
En Invierno profundo (Winter’s Bone, 2010), de la realizadora Debra Granik, Lawrence encarna la voluntad y la indefensión de Ree, una joven que tiene que responsabilizarse de la crianza de sus hermanos. Todo ello mientras se las arregla para sobrevivir en un pueblo donde la violencia es ejercida por un grupo muy cohesionado de hombres y mujeres. En esta película, la ley es sustituida por un estricto código de conducta y unas jerarquías que nadie cuestiona; precisamente lo que tiene que hacer la rebelde protagonista.
Los juegos del hambre es una suerte de esfuerzo alrededor de que Lawrence repita la operación de Invierno profundo.  Pero Lawrence no hace milagros. La bondad de Katniss es equiparable a la de Ree, aunque Katniss tiene una ventaja: es muy buena con el arco, su arma predilecta. Sin embargo, Katniss se enfrenta con una sociedad todavía más irracional que la de Ree, porque en los juegos del hambre no hay rigor (“las reglas cambian”, dicen en Big Brother)  y las supuestas normas se desechan sin previo aviso, a placer de los organizadores.
En ese sentido, Los juegos del hambre recuerda las cortes delirantes de Batman: El Caballero de la Noche Asciende. O bien, a los seres caprichosos de Alicia en el País de las Maravillas, empeñados en jugar un juego basado más en los estados de ánimo que en unas normas fijas.
Se han mencionado las fuentes de la película (los gladiadores, por ejemplo) y en ese recuento nos interesa la referencia a Rollerball. ¿Un futuro próximo? (1975) de Norman Jewison, que también trata acerca de un juego sangriento como opio del pueblo.
Por nuestra parte, lo que tenemos que reprocharle a la película es que subordine las escenas de acción al sentimentalismo. Y aquí quien no haya visto la película puede dejar de leer. ¿Por qué invertir tanto tiempo en la muerte de la niña? Sobre todo cuando otro de los personajes, el sanguinario villano Cato (Alexander Ludwig), al final resulta mucho más interesante. De hecho la mejor escena de la cinta tiene lugar cuando él confiesa su frustración como participante en una competición perdida de antemano.
Hollywood refrenda su capacidad para insistir en un melodrama que como ciencia ficción es desigual. Lo más llamativo es que Gary Ross ya había demostrado su solvencia en historias de ese tipo, que buscan conmover, como Seabiscuit, más allá de la leyenda.

Posdata:  como puede verse nuestro comentario se dedica exclusivamente a la película. Para una discusión de las virtudes y los defectos de la novela que le sirve de origen recomendamos revisar lo que ha dicho la crítica.
 

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