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domingo, 17 de abril de 2011

Otra aventura delirante




127 horas (127 hours, EUA, 2010) es una película “basada en una historia real”, en este caso el recuento del accidente sufrido por el montañista norteamericano Aron Ralston (interpretado por James Franco). En 2003, los periódicos del orbe presentaron la historia del joven Ralston quien, al verse atrapado por una roca durante más de cinco días, durante una de sus solitarias excursiones por los cañones de Utah, se vio obligado a amputarse el brazo para escapar. Luego, Ralston tuvo que escalar un cañón (de cerca de 20 metros) y caminar ocho millas para encontrar ayuda.
Era cuestión de tiempo para que la impactante noticia se convirtiera en película: Danny Boyle, el director inglés, famoso por películas como Trainspotting, la vida en el abismo y Quisiera ser millonario, se encarga de contar la aventura, adaptada del libro autobiográfico de Ralston.
En los noventas, Boyle se convirtió en un cineasta muy apreciado por los jóvenes, debido a una película de marcado humor negro (a veces roto por la tragedia) y una estética de video musical tipo MTV: su famosa Trainspotting, de 1996; de inmediato la cinta pasó a ser emblemática y representativa de aquellos años. Un proyecto posterior, Una historia diferente (A Life Less Ordinary, 1997), también apeló al humor, ahora con una comedia romántica sobrenatural. Boyle se hizo mucho más solemne en la cinta de aventuras La isla, de 2000, aunque sin renunciar a sus “obsesiones”, digamos.
En 2002, Boyle dio un giro hacia la ciencia ficción con Exterminio (28 Days Later), al contar su versión del apocalipsis de los zombis (ahora tan de moda), aunque más bien se trate de “infectados”, como aclaran los fanáticos de este tipo de películas. El fin del mundo abordado con dramatismo y los ocasionales momentos de humor, ya se sabe, un humor que fue marginado en su siguiente largometraje, también espectacular: Sunshine: Alerta solar (2007).
Un año después, llega su consagración comercial con la ya mencionada Quisiera ser millonario, con la cual ganó el Globo de Oro y el Oscar. Para ésta el referente es la industria fílmica de la India, Bollywood, donde abunda el musical de aventuras, de donde Boyle toma todo lo necesario para estructurar su filme.
Por lo tanto, si se considera la trayectoria de Boyle, no sorprende el tono que ha elegido para contar la historia de Aron Ralston. El crítico de cine del diario mexicano La Jornada, Leonardo García Tsao, ya ha desaprobado la estética de comercial deportivo de la película, que a su parecer debería haber contado con un estilo más sobrio, propio del documental (ver edición del 4/marzo/11).
Sin embargo, nosotros queremos resaltar en esta crítica la coherencia que Boyle ha mantenido a lo largo de su carrera: si bien es cierto que su debut en el cine, Tumba al ras de la tierra (Shallow grave, 1994), era mucho más contenido, con un desarrollo más cuidadoso de sus cínicos personajes, la gran mayoría de sus películas apuesta al espectáculo delirante.  
García Tsao, además, dice que la película no parodia el estilo de vida de los deportistas extremos, muy dados a la soledad y la supuesta epifanía que se desprende de ella. Pero la visión de los hábitos de Ralston no es del todo complaciente: mientras permanece atrapado, el joven reflexiona acerca de su pasado y una historia de amor malograda, lo cual se relaciona directamente con la conclusión del relato y el cambio que se opera en el personaje, algo que recuerda Hacia tierras salvajes (Into the Wild), de Sean Penn. Con todo y lo anterior, el clímax está en la repugnante escena en la cual Ralston se amputa el brazo, que es mostrada en detalle por Boyle.
James Franco llamó la atención en 2001 con James Dean, un largometraje de Mark Rydell hecho para la televisión, en el cual interpretó al famoso actor del título. Luego, en la saga del Hombre Araña, a cargo de Sam Raimi, apareció como Harry Osborne, quien luego sería el Duende Verde, como lo saben los seguidores de la franquicia. En Mi nombre es Harvey Milk (2008), de Gus Van Sant, fue el amante del personaje protagónico. Como se ve, una trayectoria muy heterogénea, a la cual viene a sumarse este papel de 127 horas.

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